Acompañantes: Miguel, Conchi, Riquelme, Elvira.
Travesía de la Serra Gelada.
Ruta lineal con inicio en L'Albir y final en Benidorm, concretamente en la calle Berlín, donde cogeremos el bus nº 10 que nos devuelve a L'Albir. Hay un descampado que hace las veces de parking justo donde se corta el camino que lleva al faro. Para llegar hasta allí hay que seguir las señales de "Serra Gelada" que veremos una vez estemos en L'Albir (playa de L'Albir). Este itinerario, que recorre un parque natural y por ello hay que poner un especial cuidado en no salirse de las sendas existentes, es de los conocidos como "rompe piernas" pues tras la subida inicial hasta el Alto del Gobernador no pararemos de bajar y subir hasta que lleguemos al gran mojón a partir del cual ya es todo bajada.
Desde el parking cogemos la carretera que va al faro para poco después optar entre desviarnos por la senda marcada que en constante subida nos lleva hasta el mismo vértice geodésico de la Serra Gelada (más información en Topwalks ) o seguir por la carretera del faro algo más de 2 kms para desviarnos hacia un mirador por senda que sale por la derecha del asfalto (está señalizado) antes de llegar a la valla que interrumpe el acceso al faro (más información en A patita).
Ya en el mirador vemos dos sendas: una se dirige hacia el faro que es por donde apareceríamos si hubiésemos llegado al faro y que tiene un cartel de "fuera de ruta" y la otra senda se dirige hacia el Alto del Gobernador bordeando los acantilados de la sierra, alcanzando una pendiente máxima del 37%, lejos del 56% que había leído en internet. El seguimiento del sendero no es difícil pese a no estar marcado de ninguna manera, tan solo cuando se está llegando a la cima tenemos un desvío de senda por la derecha que remonta la parte final mientras que si seguimos recto pasaremos por debajo de las antenas andando por una senda muy marcada que debe llegar hasta el camino de acceso a las antenas (no la hicimos completa) pudiendo retroceder por dicho camino hasta la cumbre.
En la cima se funden ambas sendas y seguimos señales amarillas de PR, caminando a veces a escasa distancia del precipicio, que nos llevan hasta la cruz de Benidorm y desde allí, ya por asfalto directos, en constante bajada, a la gran urbe en que se ha convertido Benidorm. La ruta no es apta ni para gente con vértigo ni para llevar niños.
Notas de campo.
La previsión del tiempo para el fin de semana no era muy halagüeña pero ya el jueves se empezaba a ver que la bajada de temperaturas y la lluvia no llegarían hasta la noche del sábado, como pronto, y se cumplió el pronóstico pues tuvimos un día perfecto para caminar tan solo un pero: la bruma sobre el horizonte que nos impidió unas mejores vistas, algo que se puede apreciar en las fotos.
En el punto en que se separaba el sendero de la carretera del faro planteé las 2 opciones y salvo 4 senderistas el resto tomamos el camino del faro, en la certeza de que Luis y sus acompañantes nos iban a esperar para almorzar en las antenas. La primera parada la hicimos en un mirador que hay justo antes de atravesar un túnel y permite ver la bahía de L'Albir. Seguimos hasta el siguiente mirador donde viendo el numeroso grupo decidí dejar para otra ocasión la visita al faro y empezar la subida en dirección a las cercanas antenas.
Tras un par de pequeños sube-baja iniciamos la subida fuerte hacia la cima y cuando lo que íbamos delante ya vimos al primer grupo asomarse para ver por dónde veníamos no se me ocurrió mirar el gps para confirmar el último tramo y seguimos rectos, un error que nos procuró una vista de la cumbre desde la parte del mar y descubrir lo que quizás sea ¿una duna fósil?, o al menos creo que podían ser eolianitas, a 400 m. sobre el nivel actual del mar. Cuando se hizo evidente que habíamos dejado atrás las antenas llamé a los que iban por delante y volvimos sobre nuestros pasos a pesar de que podíamos haber continuado el sendero y subido a las antenas por el camino de acceso a las mismas. Hicimos un extra de 900 m. en 23 minutos.
Llegamos arriba a la par que los últimos con lo cual no hubo mayores esperas para almorzar al sol viendo los rascacielos de Benidorm al frente. Proseguimos todos juntos la marcha, de nuevo bordeando los acantilados y con el azul del mar a nuestros pies subimos y bajamos no sé cuantas veces, de hecho perdí la cuenta, como si de una montaña rusa se tratase.
Como cada vez que hay comida de restaurante voy mirando la hora y en este caso nos vino justo y conseguimos subir todos en el mismo autobús que nos devolvía a la playa de L'Albir donde mientras los conductores fueron a por los coches, el resto aparecimos en el restaurante Sarita a las tres y cinco minutos donde nos esperaban Miguel, Conchi, Riquelme y Elvira para comer con nosotros.
Lo que había sido una extraordinaria ruta se complicó con una mala comida y no es que la comida fuera mala, de hecho no llegué a saborearla, sino que hubo un problema con el idioma pues no había nadie en el restaurante que entendiera el castellano y al reservar no quedó claro que el plato principal se cocina con la salsa escogida.
En definitiva sabían si era pollo o cordero pero hasta que no llegamos y nos preguntaron la salsa no empezaron a cocinarlos. Resumiendo: a las 5 y diez, dos horas más tarde de nuestra llegada, tan solo habíamos comido la ensalada y al reclamar me dijeron que tan solo tenían la mitad de los platos, les pedí que empezaran a servir los que tenían y el resto conforme los tuviesen listos. Además, pese a haber apalabrado el café se acogieron a lo indicado en la carta para decir que era postre o café con lo cual no entraba el café, como ya era tarde y teníamos prisa lo dejamos estar y tan solo deciros que no recomiendo el restaurante Sarita pues en ningún momento avisaron del tema de las salsas cuando les llamé el mismo sábado, para mí que no se fiaban de que hiciésemos acto de presencia y eso no me había pasado nunca; buscad cualquier otro restaurante que al menos entiendan correctamente lo que se les pide.
Por último quiero agradecer el regalo que por tercer año consecutivo me ha hecho el grupo, en esta ocasión una pesada caja de Navidad, y que me entregaron, si no a los postres como hubiese sido lo normal, antes del plato principal. Desde esta página os agradezco el detalle para conmigo pero lo que hace 2 años fue una gran sorpresa, se repitió el año pasado en Morella y este sábado me dio la sensación de que ya existe la obligación del regalo como parte de la celebración navideña, algo que no debe ser así. Mi mayor recompensa es comprobar, sábado tras sábado, que acudís a la convocatoria de la ruta que os propongo.¡Gracias!
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Documentación.